Weichafe es una palabra que deriva del concepto weichan, que en mapudungun significa luchar, por tanto es quien hace la lucha. La obra toma como referente simbólico e histórico a hombres y a mujeres que han sido referentes de lucha en la historia mapuche.
El montaje da cuenta de un cuerpo contemporáneo, un cuerpo mapuche que se presenta como un territorio encarnado de violencias coloniales, en donde diversos weichanes se revelan hasta en los espacios más sutiles del ser.
El elenco compuesto por intérpretes mapuches y champurrias (mestizos), realizan una reflexión escénica del cuerpo como un territorio en resistencia cultural y política, en donde la memoria histórica ha sido la responsable de crear nuevas posibilidades de deconstruir la historia colonial mapuche, situando en la escena lugares fraternos en donde cohabitan sus cuerpos y sus territorios.
Este es el nuevo trabajo del bailarín y coreógrafo mapuche Ricardo Curaqueo Curiche, quien tuvo un elogiado debut como coreógrafo de su última obra “Malen”. Ahora vuelve junto a un equipo creativo multidisciplinar, para dar continuidad a un conjunto de acciones que revitalizan a través de la danza, las identidades del mapuche, del chileno y del champurria.
“Si bien la palabra weichafe está asociada socialmente a un rol masculino, creo que eso es algo que hay que desmitificar. No es una palabra referida a los hombres, es una palabra que habla de quienes hacen la guerra o a quienes hacen la lucha, sean hombres o mujeres”, comenta su director Ricardo Curaqueo Curiche.
El protagonista en la obra es el cuerpo, llevado al límite de la exigencia física, llena de quiebres, de fracturas, tensiones y conflictos. Una puesta en escena minimalista, con elementos sutiles de la indumentaria tradicional mapuche y música electroacústica que se va mezclando con palabras en mapuzugun, cantos e instrumentos en vivo interpretados por los propios intérpretes.
“En la obra hablamos de un cuerpo que está en una fractura identitaria, que no encuentra un lugar específico dentro del territorio. En ese conflicto hay dos voces. Una que habla de mantener la calma, la tranquilidad, conteniendo ese cuerpo. Y la otra voz está orando para que este cuerpo encuentre la calma, un cuerpo que se aproxima un poco a la muerte y la idea de muerte que circula sobre el concepto weichafe”.
Es una obra que piensa en la violencia y en la muerte, pero concluyendo finalmente en conceptos como renacer en armonía, ternura, afecto y amor: “La ternura es parte de la filosofía mapuche, un rasgo propio de la manera de relacionarse con la naturaleza. Queremos alejarnos de la caricatura que se habla constantemente sobre el guerrero mapuche, la figura heroica, que son relatos coloniales que no corresponden a nuestra cultura. Este es un cuerpo sensible de un pueblo-nación que habla también de espacios amorosos, de pensar en la familia, en los afectos”.
Dirección: Ricardo Curaqueo Curiche | Intérpretes: Agustín Cañulef Parra, José Araya Véliz, Joel Inzunza Leal, Cristián Curaqueo Curiche, Javier Muñoz Jiménez, Sebastián Araya Molina, Luciano Cerda Silva, Matías Cayuqueo Cortés, Ramón Cayuqueo Cortés, Aliwen Muñoz Jiles | Asistente de dirección y dramaturgismo: Karen Carreño Rivera | Asistente de ensayo y producción: Catalina Fernández Amado | Dirección de Arte: Deysi Cruz Vásquez | Diseño de Iluminación: Francisco Herrera Estay | Diseño Sonoro: Joaquín Montecinos Ortiz | Asistente de investigación historiográfica: Marjorie Huaiqui Hernández | Registro audiovisual: Freddy Ibarra
8 al 22 de diciembre.
Sá y Do 17 horas
Sala B1
$1.000 General.
Conversatorio posfunción
*Este montaje se presenta en el marco del Ciclo los teatros, un evento de la Red Salas de Teatro con entradas a $1.000 en sus 23 espacios asociados.
Fotos © Pato Melo