En plena Pampa del Tamarugal, una amplia llanura ubicada en la Región de Tarapacá, parte del gigantesco desierto de Tarapacá, cuyo principales atractivos son el puebllito de La Tirana y los geoglifos del cerro Pintados, surge un interesante proyecto, de la mano de la Universidad Arturo Prat, de Iquique, el Vino del Desierto, que ya ha obtenido importantes galardones.
Acerca de este proyecto, conversaron su director, Marcelo Lanino, y la investigadora, Ingrid Poblete, en el programa Zoom Turístico de la Asociación de Periodistas de Turismo de Chile, APTUR Chile, en conjunto con la encargada de Comunicaciones de esta iniciativa, Paola Fernández, quien es, además, socia de APTUR.
Marcelo Lanino explicó que el proyecto «es un esfuerzo de la Universidad Arturo Prat por recuperar una tradición de la Región de Tarapacá, que es la vitivinicultura». Agregó que durante mucho tiempo se produjo vino en la región, desde que los españoles pasaron por la zona, camino al sur y, posteriormente, para abastecer a las oficinas salitreras, generándose un polo importante de tradiciones como de actividad comercial. «Sin embargo -precisó Lanino- la última vendimia reportada es en 1937 y encontramos hace poco unos indicadores que nos dicen que en la Pampa del Tamarugal, en un sector denominado El Puquios, se debe haber producido hasta 1940 o 1945, más o menos».
Ingrid Poblete, en tanto, manifestó que el proyecto surgió buscando una alternativa productiva para la Pampa del Tamarugal que por estar en el desierto tiene condiciones climáticas muy extremas, y son pocas las especies que se pueden desarrollar allí. Ante eso, el año 2003 iniciaron un recorrido para buscar plantas que hubieran existido en la zona y de las cuales quedaran algunos vestigios para recuperarlas, en especial restos de la rica vitivinicultura que existió en esos lugares. «Estábamos buscando un material genético que hubiese podido sobrevivir a casi 80 años de abandono», explicó la investigadora.
Tras este proceso se logró identificar cuatro cepas, una cepa País, en Chile, dos que se enviaron a analizar a España y una que se identificó en Francia. Entre ellas están la Gros Colman, de Georgia, de la antigua Unión Soviética, que no se sabe aún cómo llega al norte chileno, y una cepa de genotipo rosado llamada Ahmeur bou Ahmeur, que tiene su origen en Argelia, que llegaron por vía de los españoles.
Y una quinta cepa, que no se pudo identificar que fuera de origen extranjero, fue registrada el año 2016 ante el Servicio Agrícola y Ganadero, SAG, como la primera cepa vinífera ciento por ciento chilena y se le denominó «cepa Tamarugal», emplazada en el desierto más árido del mundo, con un terroir característico de esa zona.
Ingrid Poblete especificó que con estas tres cepas resurge la vitivinicultura en la zona como «Vino del Desierto», retormando la tradición que había quedado olvidada en el tiempo. «Estamos, entonces, trabajando solamente con estas cepas antiguas que rescatamos y que en la actualidad reciben el nombre de patrimoniales, y eso es lo que queremos resguardar», dijo.
También se refirieron a la comercialización y al impacto que ha tenido la pandemia del coronavirus Covid-19 en esta iniciativa, más interesantes otros aspectos del proyecto, todo lo cual se puede conocer en la versión completa del programa, a la que se puede acceder en el siguiente video: