La oficina salitrera Santiago Humberstone, ubicada en la Región de Tarapacá, a 47 kilómetros de Iquique, en la comuna de Pozo Almonte, revivió durante 24 horas, con motivo de la culminación de la 37a. Semana del Salitre, el pasado domingo 3 de diciembre, en que se produjo un emotivo reencuentro de pampinos de los viejos tiempos, con familiares de quienes residieron allí hasta el año 1960.
En estas instalaciones operó la planta salitrera, que fue declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO el 17 de julio del 2005 (al igual que su vecina, la oficina Santa Laura), donde vivieron centenares de familias de quienes trabajaban allí para extraer el salitre, que se utilizaba como fertilizante agrícola.
Hasta este lugar llegaron el domingo decenas de familias pampinas desde Santiago, Arica, Iquique, Pozo Almonte y otros puntos del país, incluyendo ex trabajadores, sus familiares y descendientes de quienes ya han fallecido, con vestimentas de los años de oro de las salitreras (que terminaron cuando se desarrolló el salitre sintético), acompañados de bandas musicales e integrantes de diversas agrupaciones pampinas con sus estandartes, para festejar este reencuentro con el pasado histórico de la región.
Sara Benavides. presidenta de la Corporación Hijos del Salitre, entidad organizadora de esta celebración, que cuenta con el patrocinio de los municipios de Iquique y Pozo Almonte y del Museo del Salitre, expresó que «la Semana del Salitre es una actividad que hacemos los pampinos, a partir del cierre de la última salitrera, Victoria, que fue el año 1979, en que muchos se fueron a Arica porque en esos años Arica era puerto libre, y otros a Iquique».
Agregó que «con la finalidad de promover, preservar y conservar la historia del salitre, de su patrimonio cultural, se creó una corporación que se llama Hijos del Salitre y ya desde hace 37 años que nosotros estamos celebrando esta semana, en que nos juntamos y hacemos varias actividades, como romerías, actividades artísticas con nuestros grupos folclóricos típicos de la pampa como estudiantinas y cosas así».
Sara Benavides recordó que «en los mejores tiempos del salitre en este Norte Grande hubo más de 200 a 300 oficinas salitreras funcionando y nutrían al mundo entero del nitrato de sodio. Los clipper que salían de Iquique llevaban el salitre hacia los puertos de Europa, de Asia, de China, de todo el mundo. Y, además, servía para pólvora. Recuerde que estábamos en guerra», rememoró la presidenta de la corporación.
«Hoy día rematamos las actividades acá en Humberstone, donde hay un gran encuentro con gente de Arica, Iquique, Antofagasta, Santiago. De todas partes los pampinos nos juntamos acá. Todos tienen un vínculo con las salitreras, Todos somos pampinos, hijos de, nietos de, porque los mayores se están yendo», explicó. Agregó que «se hace una ceremonia en la plaza, con los estandartes de los pampinos y después se efectúa un desfile de los centros pampinos».
El programa de la 37a. Semana del Salitre, que estuvo dedicada en forma especial a los pampinos y el deporte, se extendió desde el 28 de noviembre hasta el 3 de diciembre, período en que se recordó a figuras como Salvador «Chileno» González, Roberto Robledo, George Robledo, Cornelio Sarabin Díaz, Gustavo Moscoso (padre), Gustavo Moscoso (hijo) y Guillermina Álvarez Ponce, entre otras figuras del deporte.
Entre las activiades realizadas en Iquique figuraron una romería desde la plaza Teniente Ibáñez; un concierto junto a «Los Patizorros» y sus cuecas choras y otro de la Estudiantina «Voces del Norte», al costado de la Casa de la Cultura; una misa del recuerdo en la Iglesia Pampina y la Noche del Cantar Pampino, al costado de esta misma iglesia.
Bajo el lema «¡Que la pampa nunca muera!», los pampinos volverán a Humberstone en diciembre del 2018 y nuevamente las guirnaldas, la música, los bailes y las vestimentas antiguas revivirán por algunas horas a la antigua salitrera, manteniendo vivo el recuerdo de esos años de gloria en que las decenas de oficinas que poblaron la pampa nortina dieron a Chile el sustento para desarrollarse como país, gracias al trabajo de esos esforzados trabajadores que vencieron el calor y la soledad. (Texto e imágenes, Antonio Faundes Merino):
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