Vivir la experiencia de usuario es también una manera de reportear y lo que uno percibe, seguramente, es también lo que perciben los demás. Por lo tanto es una mirada válida que quienes están a cargo de un establecimiento, organización o iniciativa de cualquier tipo debiera considerar.

Panel del aeropuerto Arturo Merino Benítez

Panel del aeropuerto Arturo Merino Benítez, popularmente conocido como aeropuerto de Pudahuel, que muestra la hora de llegada del vuelo IB 6831.

¿A qué viene todo esto? A una peculiar vivencia la noche del lunes 26 de febrero producto de la llegada al aeropuerto internacional de Santiago de un grupo familiar procedente desde Madrid.

Lo primero tuvo que ver con la hora de llegada. Desde Madrid mi familiar me indicó temprano, a las 09:58 (hora de Chile), que la línea aérea Iberia le avisó que el vuelo llegaría a Santiago a las 22:05 horas. Hago el chequeo en la web del aeropuerto chileno y señala las 22:03 horas como hora de arribo del avión. ¡Perfecto! Todo coincide.

Horas más tarde hago un nuevo chequeo en la web del aeropuerto por si hay algún cambio. Y ¡claro! indica que el vuelo llega a las 22:46 minutos… Bueno, pienso, es común que se produzcan retrasos, más aún si vienen desde el viejo continente, un viaje largo. Así es que me quedo con esa información y proyecto mi salida hacia el aeropuerto tipo 22:15 horas para ir a buscar a mis familiares. Con un viaje de 30 minutos para llegar al aeropuerto, serían las 22:45 horas, o sea, demás, ya que tienen que desembarcar, buscar maletas y pasar por Aduana y SAG.

Web del aeropuerto de Pudahuel

Imagen de la web del aeropuerto de Pudahuel que muestra el anuncio de hora de arribo (22:46), con el estado de “Arribado”. Eran las 22:00 horas recién.

Pasa la tarde, tipo 21:30 horas me tomo un café en casa y veo las noticias, a la espera de la hora para partir al aeropuerto. A las 22:01 horas hago un nuevo chequeo en la web, por si acaso, y veo que se mantiene la hora 22:46. Pero me llama la atención un detalle: al lado dice “ARRIBADO”…. ¿Cómo? ¿Arribado? Pero si son recién las 22:01 horas, faltan 45 minutos para que arribe. Debe estar mal eso de ARRIBADO.

Justo en ese momento, 22:02 horas, siento el pip” del WhatsApp y un mensaje de un familiar: “Acabamos de aterrizar” y una sonrisa 🙂

Voy en camino, les miento para que no se inquieten. “Nosotros en la pista”, responde a las 22:04 horas.

¡Es verdad! Pero cómo si la web del aeropuerto aún dice 22:46, pero con la indicación de “ARRIBADO”. ¨¡Chuta! Tengo que partir de inmediato a Pudahuel. Son 25 a 30 minutos, ya que a esta hora hay poco movimiento y alcanzo a llegar mientras bajan y hacen los trámites de rigor, pienso.

Corro a buscar mis documentos, cierro ventanas, pongo la alarma y subo al auto. Ya son como las 22:12 horas. “Tú puedes”, me digo y veloz pero con cautela pongo rumbo por IV Centenario hacia Costanera Norte. Todo despejado, así es que el viaje es rápido. Salgo de la Costanera Norte y enfilo al aeropuerto, Terminal 2, Internacional. Me dirijo a los estacionamientos, pero… ¡Taco! Parece que todos “cayeron” y vienen a última hora. Claro, se arma una fila porque pese a que hay tres aparatos para sacar los tickets e ingresar, adentro todo deriva en una pista, por unos conos instalados no sé con qué objetivo... Pasan los minutos y, al fin, entro al aparcadero. Por experiencias anteriores prefiero bajar al nivel -1 que siempre está vacío y el auto queda más cerca del acceso desde el edificio del terminal.

Estaciono y rápidamente subo al primer nivel y luego a la salida de vuelos internacionales. Mensaje para mis familiares, que espero no hayan salido aún, son las 22:42 minutos (el avión aterrizó a las 22:02): Ya esperando afuera”. A los pocos minutos (22:50 horas), la respuesta: “Ya. Esperando las maletas”. Pasan los minutos… 23:01 horas, otro mensaje: “Aún esperando”… O sea, ya va una hora y aún están esperado las maletas…

Cuento corto: recién a las 23:30 horas aparece el grupo familiar en la salida de Internacional. Todos con una cara de cansancio que no se la pueden, pero felices por el reencuentro. ¡Una hora y media de demora desde la llegada del avión hasta la salida de Internacional! ¿No será mucho? Y esto pasa en el principal aeropuerto del país, en un terminal nuevo que se supone cuenta con todos los adelantos para hacer grata y breve la salida de los pasajeros…

Para qué hablar del Terminal 1, de vuelos nacionales que está en remodelación. Hace un par de semanas, otro familiar que llegó desde Temuco tuvo que caminar media hora por pasillos interminables para salir del recinto. El avión quedó en un extremo alejado del aeropuerto y pese a que hay veredas mecánicas, no es grato caminar con maletas y mochilas.

Y el último aspecto complejo: los taxistas piratas que se instalan a las salidas de Internacional y Nacional, casi atajando y acosando a los viajeros: ¿Taxi?, ¿Taxi?, ¿Taxi?… No hay manera de sacarlos, al parecer. Y no faltan los que caen y después deben pagar las consecuencias (valores mucho más caros que lo normal, robo de maletas y quizás qué más). Y si son extranjeros imagine lo que contarán al regreso a sus países sobre cómo tratan en Chile “al amigo cuando es forastero”.

¿Habrá otras formas de facilitar las cosas a los pasajeros? Son vivencias como particular que deben ser similares a las de muchos otros viajeros o familiares que van a recibir a quienes llegan desde el exterior o de otras ciudades del país. Y no me digan que en todos los países la demora de 90 minutos para salir de un aeropuerto es lo habitual, porque no es así. (Según la IA de Microsoft en la mayoría de los aeropuertos se puede salir de la terminal, después de un vuelo internacional, entre 30 minutos y 1 hora desde la hora de llegada).

Como se puede apreciar, falta mucho para que nuestro aeropuerto principal opere con las facilidades y eficiencia que se merecen los millones de pasajeros que llegan o salen de la capital del país, ya sea hacia el extranjero o hacia otros puntos del territorio.

Por Antonio Faundes Merino
Periodista