Tras un trabajo iniciado en 2016, CONAF presentó a la comunidad, servicios públicos y representantes de diversas instituciones el Plan de manejo del Santuario de la Naturaleza Río Cruces y Chorocamayo, también llamado Santuario de la Naturaleza Carlos Anwandter, en la Región de Los Ríos, documento realizado con el financiamiento de la Convención Ramsar para la protección de los humedales de importancia internacional, y gracias al trabajo articulado con otros servicios públicos y diferentes actores de la sociedad civil organizada.
Cerca de 20 profesionales de la institución y externos, colaboraron en la elaboración de este plan que regirá el uso y la gestión de esta área protegida, proceso que se llevó a cabo con la realización de 10 talleres de participación, contando con la asistencia de más de 200 actores del territorio. Organizaciones sociales, juntas de vecinos, asociaciones productivas, empresas e instituciones científicas fueron parte de estos, destacando la participación de la Comunidad Humedal y el Centro de Humedales Río Cruces, junto a numerosos servicios públicos que son parte de la gestión del humedal del Río Cruces y sus zonas aledañas, entre los que se encuentran el Consejo de Monumentos Nacionales y el Ministerio del Medio Ambiente.
En la oportunidad, se convocó a los representantes de las diversas instituciones involucradas en la formulación del plan para mostrar los resultados, previo a su formalización y entrada en vigencia como instrumento de gestión ambiental de esta área silvestre protegida administrada por el Estado de Chile, que es también Monumento Nacional.
Óscar Droguett Iturra, director regional de CONAF en la Región de Los Ríos, comentó que “este es el primer plan de manejo para esta área en 37 años de existencia como santuario de la naturaleza, por lo que es un hito histórico que viene a facilitar y regular acciones para su conservación, de la mano de la Corporación Nacional Forestal como institución que lo administra”.
En tanto, Pedro Guerra, presidente de Comunidad Humedal, recalcó el desafío que plantea este plan de manejo para la gobernanza del área, “es fundamental que mapuches, campesinos y pequeños empresarios podamos ser parte de la gestión del humedal”, planteó.
Sobre el plan de manejo
Según comentó Paola Lozada, de la consultora Satori Gestión Territorial, a cargo del desarrollo del plan, “el proceso de planificación siguió la metodología de Estándares Abiertos para la Práctica de la Conservación, utilizada a nivel mundial por diferentes organismos de conservación públicos y privados, reuniendo así conceptos, enfoques y terminología común en el diseño, gestión y monitoreo de proyectos de conservación en el mundo entero. Incorporando tanto información científica y participación ciudadana en el análisis”.
El plan de manejo parte identificando diferentes objetos de conservación tanto biológicos como culturales que resumen toda la diversidad del área y sus necesidades de conservación. Luego de identificar las amenazas de origen humano para estos objetos, el plan propone estrategias de mitigación y finalmente establece una zonificación de uso para el Santuario de la Naturaleza, que se traduce en un mapa que indica posibles usos y limitaciones del área.
Entre las amenazas calificadas con grado de intensidad alto se encuentra el creciente fenómeno de expansión inmobiliaria cercana al santuario, la planta de celulosa junto a otras fuentes de contaminación difusa, derivadas de algunas prácticas productivas tradicionales; además, de la baja valorización del patrimonio natural y cultural y los incendios forestales.
En relación con la zonificación, Mario Maturana, coordinador general del plan de manejo y administrador del sitio Ramsar, expresó que ésta “permitirá regular los distintos usos que tiene el santuario hoy: como turismo, investigación, conservación, emprendimientos y usos productivos, siempre resguardando el equilibrio ecológico, el uso histórico y la presencia de las comunidades del territorio”.
Sobre el área protegida y su administración
El humedal del río Cruces y Chorocamayo, debe su origen al terremoto de Valdivia del año 1960, fenómeno natural que provocó el hundimiento de parte de las tierras, expandiendo las aguas del río y su influencia mareal, generando así, un hábitat ideal para la anidación y permanencia de diversas especies de aves entre las que destaca el ya emblemático cisne de cuello negro.
Debido a su alto valor cultural y natural, en 1981 esta área fue declarada Santuario de la Naturaleza por el Estado de Chile, protegido por la Ley de Monumentos Nacionales y, meses después, incluido en la lista de Humedales de Importancia Internacional de la Comisión Ramsar.
Con una superficie de 4.877 hectáreas, el Santuario de la Naturaleza tiene cerca de 25 kilómetros de largo y un ancho promedio de 2 kilómetros. Limita al norte con el Castillo San Luis de Alba de Cruces, en la comuna de Mariquina, y al sur con la parte norte de la Isla Teja, en la comuna de Valdivia, siendo la línea de más alta marea su límite con las propiedades particulares vecinas.
Fuente: Conaf
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